Los labios de Jacob todavía estaban donde antes habían estado los míos. Abrí los ojos y me estaba mirando, maravillado con cada detalle.
—Tengo que irme —susurró.
—No.
Sonrió, satisfecho por mi respuesta.
—No tardaré mucho —me prometió—, pero una cosa primero...
Se inclinó para besarme de nuevo y ya no había motivo para resistirse. ¿Qué sentido tenía?
Esta vez fue diferente. Sus manos se deslizaron con suavidad por mi rostro y sus labios cálidos fueron suaves, inesperadamente indecisos. Duró poco, y fue dulce, muy dulce.
Sus brazos se cerraron a mi alrededor y me abrazó con seguridad mientras me murmuraba al oído.
—Éste debería haber sido nuestro primer beso. Mejor tarde que nunca.
Contra su pecho, donde él no podía verme, mis lágrimas brotaron y se derramaron por mis mejillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario