4 de mayo de 2009

—Bella —sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios—. Yo voy
a estar contigo
..., ¿no basta con eso?
Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa.
—Basta por ahora.
Torció el gesto ante mi tenacidad. Esta noche ninguno de los dos parecía darse por vencido. Espiró con tal fuerza que casi pareció un gruñido.
Le acaricié el rostro y le dije:
—Mira, te quiero más que a nada en el mundo. ¿No te basta eso?
—Sí, es suficiente —contestó, sonriendo—. Suficiente para siempre.
Y se inclinó para presionar una vez más sus labios fríos contra mi garganta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario